domingo, 28 de octubre de 2012

Nuestra Historia


En Antioquia nosotros predicábamos a Jesús como Hijo del Padre Eterno, el llamarle Cristo (ungido) que es en hebreo Mesías, llevo a quienes nos odiaban y odiaban también a los Judíos a llamarnos despectivamente cristianos,  La terminación latina “ianos”[1] era ampliamente usada en todo el imperio romano porque definía a los esclavos de aquel con cuyo nombre estaba compuesta la palabra, por ejemplo, tertuliano era esclavo de tertulio, juliano ed. julio, jupiteriano ed. júpiter,  pretoriano esclavo del pretorio,  por lo tanto Cristiano es Esclavo de Cristo.
Este mote despectivo se usó porque ser esclavo era denigrante. A no ser que (única excepción) se refiera a los siervos del pretorio, algo así como el general del emperador, llamados  pretorianos, o sea esclavos del pretorio, quienes orgullosos de su pertenencia luchaban hasta la muerte por su líder. Estos llegaron a ser los seres más respetados del mundo, no inclinar el rostro ante uno de ellos era la forma más rápida de morir. Jesús fue juzgado en el pretorio romano de la provincia de Judea,  y le dijo al pretor: tú no tendrías ningún poder sino te hubiese sido dado por mi Padre que esta en los cielos. Después de esto el Pretor, Pontius Pilatus no solo lo considero inocente, sino que escribió la sentencia, en Hebreo, Latín y griego «Iesvs Nazarenvs, Rex Ivdæorvm.» Jesús Nazareno Rey de los Judios.
Pero sigamos, por esas cosas que nunca llegaremos a comprender Jesús puso en los corazones de quienes nos odiaban, llamarnos cristianos. Así quienes se referían a nosotros nos titulaban despectiva y alegremente con el nombre de “Cristianos”, los esclavos del Cristo, y ciertamente fue motivo de risa,  hasta que comprendimos lo que había sucedido y comenzamos a llamarnos a nosotros mismos “Cristianos”, y esto paso a definir a un grupo cada vez más grande de personas a la que se nos habían conferido poderes extraordinarios sobre la creación.
Cuando nuestros enemigos se dieron cuenta que esto describía a seres inquebrantables, con un poder indescriptible, y que se decían muertos en Jesús, quisieron llamarnos “λίγο Christs” pequeños, ó insignificantes cristos, pero de cierto ya la palabra había sido consumada y los cristianos seguimos adelante...
No hay pequeños cristos, Jesús me dijo que yo soy su amigo, Él me dijo que cosas mayores que él yo haría, El dijo que yo soy uno en Él, como Él lo es en el Padre.



[1] No confundir con la terminación –ano – que se usa para designar al que pertenece o tiene su origen en un territorio, generalmente usada en la península ibérica e itálica y sus antiguas colonias, como: romano, latinoamericano, castellano, asturiano, afroamericano, californiano, etc.

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